Tus emociones también hablan: gestionar lo que sentimos para avanzar.

La búsqueda de empleo no es solo enviar currículums. También es enfrentarte a dudas, miedos, ilusiones, frustraciones… emociones que a veces se hacen grandes y cuesta manejar. Por eso, aprender a escucharlas y regularlas puede marcar la diferencia.

Si estás en búsqueda de empleo desde hace tiempo o si acabas de empezar este camino, seguro que ya te has dado cuenta de algo: las emociones están muy presentes en todo este proceso. A veces nos sentimos motivados, llenos de energía. Otras veces, desanimados, inseguros, cansados. Todo eso es normal. Y todo eso merece ser atendido.

Porque cuando reconocemos lo que sentimos, podemos avanzar con más claridad. Y cuando aprendemos a regular nuestras emociones, ganamos fuerza para no rendirnos.

¿Qué emociones suelen aparecer cuando buscamos empleo?

Muchas. Y muy variadas. Algunas de las más comunes son:

  • Frustración: cuando no llega la llamada, cuando nos dicen que no.
  • Miedo: a no conseguirlo, a fallar, a que no nos valoren.
  • Vergüenza: al hablar de nuestra situación o al compararnos con otras personas.
  • Ansiedad: por la incertidumbre, por las expectativas.
  • Tristeza o apatía: cuando sentimos que nada cambia.
  • Alegría y motivación: al lograr avances, recibir apoyo o empezar algo nuevo.

 

Ninguna emoción es mala. Todas son señales. Nos informan de cómo estamos y qué necesitamos. El problema es cuando no las reconocemos o nos dejamos arrastrar por ellas.

¿Cómo puedo reconocer y gestionar mis emociones?

Aquí tienes algunas claves sencillas para empezar a trabajar con lo que sientes:

1. Pon nombre a lo que sientes.

Parece simple, pero muchas veces no sabemos exactamente qué nos pasa. ¿Estás triste? ¿Frustrado/a? ¿Enfadado/a? ¿Con miedo? Nombrar la emoción ya es un primer paso para gestionarla.

2. Escucha lo que te dice esa emoción.

Las emociones nos traen información. Por ejemplo:

  • El miedo te habla de algo importante para ti.
  • La frustración te dice que algo no está saliendo como esperabas.
  • La alegría te muestra lo que te motiva.

Pregúntate: ¿Qué me está diciendo esta emoción? ¿Qué necesito ahora?

3. Crea tu caja de herramientas emocional.

Cada persona tiene sus propios recursos para calmarse, motivarse o recuperar el equilibrio. Algunas ideas: 

  • Caminar, escuchar música, hablar con alguien, respirar profundo, escribir, dibujar, hacer algo con las manos, desconectar un rato…

Haz una lista de cosas que te ayudan y recurre a ellas cuando lo necesites.

4. Acepta tus días “nublados».

Habrá días en los que no tengas ganas de nada. Y eso también está bien. Lo importante es no quedarte ahí. Date permiso para sentir, pero también para retomar con amabilidad.

 

DINÁMICA PRÁCTICA: “El semáforo emocional”.

Material: una hoja dividida en tres colores: rojo, ámbar y verde (puedes dibujar un semáforo).

  • Rojo: ¿Qué cosas me paralizan? ¿Qué emociones me bloquean?
  • Ámbar: ¿Qué situaciones me ponen en alerta o me hacen dudar?
  • Verde: ¿Qué me hace sentir bien? ¿Qué me da confianza y energía?

Este ejercicio te ayudará a identificar tus señales internas y a conocerte mejor. Puedes hacerlo cada semana o siempre que necesites parar y reconectar contigo.

Avanzar también es cuidar lo que sientes.

Gestionar las emociones en el proceso de búsqueda de empleo no es fácil. Pero cuando te escuchas, cuando te entiendes, cuando aprendes a calmarte o a motivarte… entonces estás avanzando, incluso aunque todavía no hayas encontrado ese empleo que buscas. Porque avanzar también es eso: no rendirte, cuidarte, levantarte una y otra vez con un poquito más de fuerza y claridad.

¿Y ahora qué?

Te proponemos un pequeño reto:

Haz tu propio «semáforo emocional» esta semana. Puedes compartirlo en el próximo taller o comentarlo con alguien de confianza. Recuerda: no estás solo/a en esto. Lo que sientes importa. Y también se puede entrenar.

Ir al contenido