Mis talentos sí cuentan: cómo identificar lo que sé hacer y ponerlo en valor.

Descubre cómo identificar tus talentos y habilidades, incluso aquellos que no sabías que tenías. Valora tu experiencia y aprende a convertirla en fortaleza para tu vida y tu empleo.

A veces creemos que no sabemos hacer algo especial. Pero cuando paramos a mirar con calma, descubrimos que tenemos más habilidades de las que imaginamos. Este artículo es una invitación a descubrirlas… y a valorarlas.

En los talleres y entrevistas que realizamos con personas en búsqueda de empleo, hay una frase que se repite mucho: “No sé si tengo algún talento…”
Y, sin embargo, cuando empezamos a rascar un poco, ¡salen cosas maravillosas! Porque talento no es solo tocar un instrumento o saber idiomas. Talento es también esa habilidad que tienes para escuchar, para ayudar a otros, para mantener la calma cuando todo se complica, o para resolver cosas del día a día. Todo eso cuenta. Todo eso puede convertirse en valor para ti… y también para un empleo.

¿Qué son las habilidades transferibles?

Son esas habilidades que has desarrollado en diferentes contextos (en tu casa, en tu pueblo, en actividades de ocio, en voluntariado, incluso en momentos difíciles) y que puedes aplicar en otros entornos, como el mundo laboral. Por ejemplo:

  • Si cuidas a un familiar, estás desarrollando responsabilidad, organización y empatía.
  • Si haces manualidades, estás entrenando la creatividad, la precisión, la constancia.
  • Si has participado en asociaciones o grupos, sabes trabajar en equipo, comunicarte, tomar decisiones.

¿Cómo puedo identificar mis talentos?

Te compartimos algunos pasos que puedes seguir para hacer este descubrimiento:

1. Haz memoria: ¿qué haces bien en tu día a día?

Piensa en tareas cotidianas que haces con facilidad o que los demás te piden que hagas. ¿Eres bueno arreglando cosas?, ¿animando a otras personas? ¿organizando espacios?

2. Pide feedback.

A veces no vemos lo que otros sí ven en nosotros. Pregunta a alguien de confianza: “¿Qué crees que hago bien?” Las respuestas te pueden sorprender y emocionar.

3. Recuerda logros, por pequeños que sean.

¿Has ayudado a alguien en un momento importante?, ¿has aprendido algo nuevo por tu cuenta?, ¿has llevado a cabo una tarea difícil? Esos momentos hablan de tus talentos.

4. Haz una lista de habilidades blandas.

Marca las que sientes que te representan:

  • Escucha activa.
  • Puntualidad.
  • Resolución de problemas.
  • Trabajo en equipo.
  • Creatividad.
  • Empatía.
  • Constancia.
  • Iniciativa.
  • Adaptabilidad.

Aquí es importante hacer una pequeña distinción: el talento y la habilidad no son lo mismo. El talento es esa facilidad con la que a veces nacemos, pero la habilidad se entrena, se practica, se gana. Puedes no tener un talento natural para algo y, aun así, desarrollar una habilidad tan sólida que supere cualquier talento innato. Como dijo el violinista Pablo Sarasate: “¡He practicado catorce horas diarias durante treinta y siete años, y ahora me llaman genio!”. La constancia, el esfuerzo y la voluntad pueden ser más poderosos que el talento por sí solo. Lo que haces cada día tiene mucho más valor del que crees. Por tanto, si hay alguna habilidad blanda que debas mejorar, recuerda que solo necesitas enfoque, práctica, voluntad y constancia. 

Pon en valor lo que sabes hacer.

Una vez que identificas tus talentos, el siguiente paso es hablar de ellos con claridad y seguridad. Puedes usarlos en tu currículum, en una entrevista o en una presentación personal. Y lo más importante: puedes creértelo. Porque es verdad. Recuerda: no necesitas ser perfecto, ni tener un currículum lleno de títulos. Tienes experiencias, habilidades, capacidades. Tienes valor.

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